La festividad de San Blas tiene una arraigada tradición en Montehermoso, tanto es así que en 2006 fue declarada Fiesta de Interés Regional por la Junta de Extremadura.
Respecto a sus orígenes, inciertos debido a la ausencia de fuentes escritas, la leyenda trasmitida generación tras generación y aceptada por toda la población de Montehermoso, cuenta que este pintoresco grupo lo formaban una familia muy pobre de siete miembros que todos los años por San Blas acudía a Montehermoso a pedir limosna a cambio de interpretar danzas que gustaban mucho entre los locales. Y así fue sucediendo año tras año hasta que el grupo, una vez agotado su repertorio, decide tiznarse la cara con corcha quemada para volver y evitar así ser reconocidos por los habitantes del pueblo. Pero éstos se percataron de la triquiñuela y en contra de lo esperado, en lugar de reprenderles les invitaron a volver cada año por las mismas fechas. Y ahí nació la tradición.
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LA FIESTA
Todo comienza la noche del 2 de Febrero, día de Las Candelas, con el grupo de Los Negritos ataviados con gorra y blusa tradicional, junto al palotero vestido con su traje habitual pero sin tiznar.
La procesión de La Velá, denominada así por los velones que portan los mayordomos del santo, comienza en la casa del mayordomo, pasa por la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, y recorre las calles del pueblo hasta llegar a la ermita de San Bartolomé y San Blas, donde se encuentra la imagen del Santo.
Una vez allí, los Negritos le dedican sus danzas al santo y acceden a la ermita para asistir al oficio religioso.
En la mañana del día 3, luego de reunirse para vestirse y tiznarse las caras en la casa de los mayordomos, el grupo se dirige a la Iglesia Parroquial para buscar al Sacerdote y juntos dirigirse a la ermita del santo venerado.
A su llegada el grupo vuelve a dedicar unas danzas al Santo y asiste a la eucaristía. Una vez finalizada ésta, los mayordomos portan al Santo en procesión, precedidos por Los Negritos hasta la Plaza Mayor del pueblo, donde el grupo dedicará sus 17 pintorescas danzas a San Blas, mientras los mayordomos venden los cordones de colores bendecidos para prevenir los dolores de garganta.